Estoy saliendo de casa, y quiero comerme el mundo, viajar por todas partes para descubrir cuál es el sentido de mi vida, y descubrir mi aura interior.
Estoy en Japón, ya nada puede detenerme; pero me doy cuenta de que es un lugar extraño, con cientos de personas por todas parte. Observo a todas las personas y su modo de convivir juntas, pero a ellos todos les parece normal.
Cuando llego a Taiwan, todo el mundo me observa, al parecer por mi vestimenta y mi apariencia. Miro a todos los que me observan, pero a nadie parece importarle que yo me sienta incómodo. No todo es como yo pensaba.
Estoy en una pequeña aldea de un pueblecito de África, y veo que todo es distinto a mí, y que echo de menos mi antigua vida en mi casa. Pero, poco a poco, voy comprendiendo su vida, y me doy cuenta de que no es tan distinta a la mía, sólo hay que acostumbrarse a sus tradiciones y su forma de vivir.
Es agradable estar con gente que te quiere y te comprende, y en este momento, vuelvo a mi situación principal. ¡Ahora si que quiero comerme el mundo!
Hoy mucha gente distinta en otros países y en otros lugares de nuestro ancho mundo, y aunque al principio, todos nos pueda parecer extraño, nada es diferente, todos somos personas, a nuestra forma, y en lo bueno y en lo malo.
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